martes, 27 de julio de 2010

Miguel Cano Cartan, IN MEMORIAN


Cuando comenzaba el día 20 de abril, es decir a las 0,30 horas aproximadamente, fallecía en la Residencia Jesús Nazareno de Villanueva de Córdoba, el sacerdote Don Miguel Cano Cartán entregaba su alma a Dios, tras una enfermedad que le duró durante más de dos años y que en los últimos días se agravó al presentarle ictus cerebrales.
Don Miguel nació en Villanueva de Córdoba el 19 de marzo, festividad de San José, del año 1931, de familia humilde y sencilla. A corta edad ingresó en el Seminario Conciliar de San Pelagio y el 29 de Junio del año 1956, festividad de San Pedro Apostol, fue ordenado sacerdote por el Obispo Fray Albino González, celebrando su primera misa solemne en su pueblo natal el día 1 de julio.
En septiembre del mismo año comenzó a realizar su misión sacerdotal en la aldea de Cuenca, dependiente del Arciprestazgo de Fuenteovejuna. Tras algunos años en dicha aldea pasó trasladado a Fuente la Lancha y posteriormente a Alcaracejos, desde donde fue destinado a la parroquia de San Sebastian de nuestro pueblo en el año 1977 permaneciendo en ella hasta el año 2007, en que, debido a su enfermedad, fue nombrado párroco emérito.
Desde que cayó enfermo residió primero en el convento de las Obreras del Sagrado Corazón, que lo atendían y cuidaban con gran cariño y esmero, pues además el tiempo que ejerció su sacerdocio fue Capellán de dicho convento. Después pasó a la Residencia Jesús Nazareno donde falleció.
Don Miguel era un sacerdote sencillo y no dado a ostentaciones. Tenía un carácter abierto y fue muy querido, no solo por los feligreses de su parroquia, sino por todo el pueblo de Villanueva de Córdoba. Se caracterizaba por su afán de quitarle importancia a las cosas. Como dijo el Obispo de la Diócesis en su funeral, y que lo visitó en el Hospital de Pozoblanco unos días antes de su muerte, aceptaba la muerte con la paz interior y la esperanza en la vida eterna de los corazones llenos de Dios, “cuando El quiera y como El quiera”, le dijo al Prelado.
Era un apasionado del fútbol, incluso en sus años como párroco de Fuente la Lancha jugó de portero en el equipo de dicha localidad y allí consiguió la construcción de un campo de fútbol. Al llegar a Villanueva de Córdoba, enseguida, fue nombrado capellán del entonces C.D.Villanueva, y siempre que sus tareas pastorales se lo permitían no faltaba a los partidos que este disputaba. Incluso cuando en una ocasión fue agraciado con un premio de lotería, éste lo repartió entre su querido equipo de fútbol de Villanueva y las monjas Obreras del Sagrado Corazón de su pueblo.
La capilla ardiente con sus restos mortales estuvo instalada en la parroquia de San Sebastian desde la madrugada del día 20 hasta su funeral que se celebró el día 21 a las 11 de la mañana en la parroquia de San Miguel, hasta cuyo templo fue trasladado su cadáver a hombros desde la que fuera su parroquia.
Por la capilla ardiente fueron pasando durante todo el día y la noche numerosas personas que quisieron darle el último adiós a este sacerdote ejemplar que estará gozando ya de la presencia de Dios.
Como decimos el miércoles día 21 a las 11 de la mañana fueron oficiados los funerales presidiendo la Eucaristía el Obispo D. Demetrio Fernández acompañado de más de cuarenta sacerdotes y a los que asistieron una gran cantidad de fieles que abarrotaban el templo.
Llegado el cadáver a la parroquia fue recibido por el Obispo y comenzó la Eucaristía, en la que se leyeron las lecturas propias del día, las cuales, sobre todo el Evangelio de San Juan, encajaba perfectamente con el acto religioso que se celebraba, que dice así: “… porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”. Este es – debe ser – el lema de todo sacerdote y de todo cristiano.
El Obispo, Monseñor Fernández González, en la homilía, habló del ejercicio que Don Miguel había hecho de su ministerio sacerdotal y que en estos momentos se presentaba ante el Padre ofreciéndole todo ese bagaje de su vida al servicio de Cristo y su Iglesia, y también al servicio de los demás. Estamos seguros que el Señor lo habrá acogido en su seno y habrá perdonado los pecados que, como humano y pecador, haya podido cometer en este mundo.
Terminada la Eucaristía los restos mortales de Don Miguel fueron trasladados al cementerio de San Miguel, acompañados de cientos de personas y algunos sacerdotes, y enterrados junto a sus padres.
Descanse en paz este buen hombre, buen cristiano y ejemplar sacerdote, cuyas manos consagradas y por sus palabras, tantas veces trajeron a Jesús sobre el altar, perdonaron pecados en su nombre, dieron entrada en la Iglesia a tantos hermanos nuestros por medio del Bautismo, unieron cristianamente para siempre en el matrimonio a miles de hombres y mujeres, administraron a muchos enfermos y moribundos la unción crismal y encomendaron el alma de tantos cristianos en su última hora.
Fuente: Conrado Redondo, http://boletininformativolocal.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario